tengo una idea

tengo una idea... y tú?


Muchos pueden haber quedado en el camino



Pero hoy muchos van en camino
La marcha de los secundarios pasa por Valparaiso

VOLVER A LOS 17 DESPUES DE VIVIR 30 Y TANTOS


Me ha inundado en los últimos días un extraño sentimiento de melancolía y desazón. Sin querer ser oportunista o comentarista de lo ya mil veces comentado ( el que esté libre de pecado que lance la primera piedra) quiero hacer una reflexión publica (aunque mi blog, no es lo que llamaríamos masivo masivo), sobre lo últimos acontecimiento referidos a los estudiantes secundarios y estos últimos días previos al paro nacional.
Primero voy a hacer el clásico flash back. Hace varios años (hace tiempo que deje de contarlos) se llevo a cabo un plebiscito ciudadano para continuar o terminar con el régimen de la dictadura, y que pasó, aparecieron los colores, las calles se llenaron de banderas, de actos públicos, de música, y en la noche nos sentábamos frente al televisor a ver las campañas que se habían jugado el pellejo en lo más creativo y comprometido de nuestra pequeña historia y por supuesto para la época. Yo era chica, pero creo que si estuviera hoy en una situación similar mi alegría sería la misma… bueno cual es el asunto, es que aún recuerdo la felicidad que me provocaba ver las calles pintadas, los muros, por tantos años grises , llenos de colores, los nombres de los candidatos, llenaban la norte sur y de alguna manera en estas elecciones posteriores al plebiscito se sentía que la alegría ya venía, y por su puesto que venía, Santiago y el resto del país había cambiado su cara…
Es así que una de las primeras cosas que reaparecieron junto con la alegre democracia fueron los centros de alumnos, y a mi me toco participar como presidenta de curso en un principio y luego presidir la tercera generación de centros de alumnos en mi colegio, en la realidad ya nadie se acordaba como se hacia, nosotros no teníamos idea de cómo se manejaba un centro de alumnos, una campaña. El concepto de democracia era algo que los jóvenes de esos años recién empezábamos a conocer, recordemos que la educación cívica era muy escasa si es que no nula en los colegios. Bueno como presidenta del centro de alumnos me toco participar en el reordenamiento, la elaboración de estatutos generales y en la generación de lasos efectivos entre las autoridades de educación y el colegio, bueno para nuestro gobierno estudiantil fue siempre muy gratificante, ya que el hecho de ser un colegio pequeño nos facilitaba la toma de decisiones enormemente y nos garantizaba una alta participación (incluso de los alumnos de la básica.)…
Ese año Ricardo Lagos era el Ministro de educación y se organizaron encuentros de alumnos alrededor de la cultura y la reafirmación de nuestros potenciales (“Cuenta tu vida , tu vida cuenta”) y además un encuentro de presidentes de centros de alumnos a nivel regional y de los cuales se eligieron dos representante provinciales para el encuentro nacional. Tuve el honor de representar a mi provincia (Valparaíso) y participar en el encuentro nacional, que se llevó a cabo en Canelo de Nos, y allí descubrí que éramos un país tremendamente resentido, nuestro padres políticos nos habían transmitido todo lo necesario como para clonar en nuestros colegios políticos y seudo políticos de los 60-70, en chiquillos de 16 y 17 años… el paréntesis de 17 años (nótese que la mayoría de los que participábamos habíamos nacido entre los anos 73 y 75) había calado hondo en la sociedad cívica y los estudiantes de esa epoca éramos los primeros en reflejarlo…
Algo, que para mí fue muy significativo, que ante la promesa incumplida de nuestro ministro y futuro presidente de la nación, de un próximo encuentro fuimos capaces de organizarnos para un segundo encuentro, que se llevó a cabo en la ciudad de Temuco… esa fue tal ves una de las experiencias más enriquecedoras que he vivido y lo que ha reafirmado mi concepto de democracia mas profundamente, tengo que ser sincera y confesar que muchos tomaron el tren que nos llevaba con el fin de tener el mejor carrete que a los 17 años se nos había presentado, que pasé hambre, frió, y hasta miedo… pero por otro lado se había dado un encuentro alternativo de los secundarios que hablaba de un deseo profundo de cambiar el mundo político que nos rodeaba (por supuesto que cada uno con sus colores y realidades)… bueno el flash back ha tomado una dimensión mayor a la esperada así que voy al punto de mi preocupación…. Es en estos días me he sorprendido de lo lejana que he estado de ese compromiso cívico que en esos años me hacía soñar con la presidencia de la federación de mi futura universidad y luego (porque no decirlo ) con la de la republica…y con lo altamente comprometidos, informados y organizados de los estudiantes secundarios de hoy, jugándose el todo por el todo por luchar por sus derechos y haciendo tiritar a los más experimentados… estoy tan feliz , por fin se destapó la olla, se renvalsó el vaso… se conjugaron los astros, lo que sea, pero a favor de la democracia, y ellos, con la mitad de los años que tengo y con la democracia ya funcionando han hecho realidad el anhelo tan profundo de mis años de dirigente… la unidad, pero no una unidad banal y dirigida políticamente sino una unidad nueva, creo que estamos siendo testigos del nacimientos de nuestros nuevos lideres, hombres y mujeres mucho más comprometidos, comprometidos con su país, con sus compañeros, sin discriminación, sin resentimientos, por fin vienen los nuevos políticos que mi generación no pudo alcanzar.. Chile la alegría ya vino…y claro ahí viene mi tristeza, pucha que me gustaría volver a los 17 y estar en medio de ellos… nunca antes Violeta Parra me había hecho tanto sentido…
Foto del Morrocotudo

pre emergencia ¿qué puede hacer cada uno? tomarse una semanita de vacaciones



Siempre he dudado de esto de aumentar los nº de patentes con restricción, ya que al final la gente termina comprandose otro auto para poder circular, un poco ese fué el motivo de la alza en las ventas de autos en los ultimos años en la capital.
Luego está el fomentar el us de transporte no contaminantes como las bicicletas, el problema es que en Santiago la gente que usa las bicicletas está tremendamente expuesta a contraer enfermedades pulmonares, debido a la alta contaminación sumado al aumento de oxigeno necesario para dicho ejercicio... realmente hoy con pre-emergencia y con una costra de smog sobre la capital lo unico que queda es que todos los excesos del cobre sean utilizados para pagarles una semana a todos los santiageños fuera de la ciudad....si puede ser... repartamos a los 6 millones en el resto de las regiones y desocupemos la capital una semana... se salvarian muchas vidas... y de pasadita de desestresarian, dejarián platas en las regiones y conocerián a su país... lo siento, es que yo vivo en Valpo y realmente estoy sorprendida de que la mayoria de los chilenos prefiera vivir respirando caca...

Foto de emol

la historia que no nos contaron “TRAPALANDA”, CIUDAD ENCANTADA


Buscando una respuesta coherente para Guido, del porqué Trapalanda y no Trapananda, en mi post anterior, encontré este libro del historiador argentino Pancho O´Donnell “El rey blanco, la historia argentina que no nos contaron”, el cual es muy interesante ya que mucha de la mitología, folclor y geografía patagonica es compartida de manera muy estrecha por chilenos y argentinos... bueno él se refiere a Trapalanda, de hecho yo guardaba en mi memoria ese nombre, Trapalanda, tierra de la trampa, y también me extrañó el cambio de nombre, pero como todo lo referente a nuestro Chile austral está aun tan teñido de desconocidos también es legitimo pensar en un nombre confuso….

Aquí un fragmento del libro...



“TRAPALANDA”, CIUDAD ENCANTADA



La quinta zona sudamericana, la más austral, que comprendía Tierra del Fuego y el estrecho descubierto por Magallanes, fue capitulada en 1536 por Carlos V con el obispo de Plasencia don Gutiérrez Vargas de Carvajal. No irá en la expedición, pero será él quien la financie.

Al mando de un sacerdote, fray Francisco de la Ribera, zarpan de Sevilla tres naves en agosto de 1539, esperanzados con “todo el oro y plata, piedras y perlas, que se obiere en la batalla o en entradas de pueblos, o por rescate de los indios, o de minas”, del cual correspondería un quinto al monarca, otro al obispo y los tres restantes se lo repartirían los expedicionarios, como era de estilo en las capitulaciones.

El 12 de enero están frente al cabo “Vírgenes”, y el 20 después de esforzadas peripecias consiguen pasar la primera angostura del estrecho de Magallanes. El mar está agitado, el viento es huracanado y la nave capitana naufraga. Fray Francisco con 150 hombres consigue llegar en bajeles a la costa, cabalgando olas de diez metros de alto. El capitán de otra nave , Gonzalo de Alvarado, un veterano del Plata que había fundado Buenos Aires con Mendoza y acompañado a Ayolas en su expedición al norte, intenta inútilmente recoger los náufragos. Lo mismo quiere el de la otra, Alonso de Camargo, pariente del obispo. Varios días batallan contra la naturaleza intentando la hazaña pero todo es inútil, hasta que el viento y el oleaje los separan y arrojan fuera del Estrecho en rumbos opuestos: Alvarado, después de pasar seis meses en el cabo “Vírgenes”, volverá a España en noviembre de 1540; Camargo, por su parte, llegará al Perú por el Pacífico.

De quienes quedaron, nada se supo. Se dijo que mandados por un capitán –Sebastián de Arguello- se internaron en la Patagonia y fundaron una ciudad: “Trapalanda” o la “Ciudad Encantada de la Patagonia”, que algunos identifican con la inhallable “de los Césares”.

La leyenda correrá por Chile, Buenos Aires y el Tucumán. No faltaron los indios que aseguraban haber estado con Arguello y otros compañeros del fallecido fray Francisco en moradas de pórfido y oro; en 1567 unos criollos misteriosamente arribados a Nicaragua no se sabe de dónde, se proclamaron enviados de “Trapalanda” ante el virrey de Méjico; en 1589 el gobernador del Tucumán, Juan Ramírez de Velazco, toma testimonio a unos indios que decían haber visto a los de “Trapalanda” en su ciudad maravillosa; dos marineros anduvieron por Chile quejándose por haber sido expulsados de la “Ciudad Encantada” en 1620 (140).

camilo stencil

TRAPALANDA



Ya muchos me han dicho que no leen los textos muy largos y que es una lata, pero es que hace pocos segundos este me arrancó unas lagrimas y espero que los que lo lean y no conozcan la escuela de arquitectura de la ucv encuentren "algo" en él de lo mucho que yo aprendí allí, y que hoy justamente he estado recordando con tanta añoranza y para los que si la han vivido los invito a la pag que ahora tiene podcast del taller de america (ja, y nosotros que teniamos que tomar apuntes con nuestras propias manitos)...



Palabras del poeta Jaime Reyes.

Señor Vice-Gran Canciller de la P. Universidad Católica de Valparaíso, monseñor Jorge Sapunar, Señores Oficiales de la Armada de Chile, Señor Presidente del Club de la Patagonia don Alfonso Bernales, Señor Director de la Escuela de Arquitectura y Diseño de nuestra Universidad, Don Arturo Chicano, Estimado Boris, Profesores, alumnos, ex alumnos y amigos.


Quisiera presentar este libro contando una fábula. Todas las fábulas tienen una moraleja y ésta es especialmente trascendente porque sus implicancias se llevaron vocaciones y hasta la vida por delante.


Quisiera dedicar la fábula a un poeta.
La dedicatoria dice que hace exactamente un mes navegábamos en el AP-41 Aquiles de la Armada de Chile, desde Valparaíso hacia Puerto Chacabuco. Entramos al archipiélago a través del Canal de Chacao. Durante la travesía, y reunidos sobre la cubierta de vuelo o en el salón de la gente de mar, leímos varios pasajes de “Aysén, Carta del Mar Nuevo”. Entonces contamos y oímos las aventuras que nacieron y fueron realizadas bajo la luz inaudita y perfecta de ese poema. Mientras esto hacíamos; enrrumbados hacia el fin del mundo para llevar a cabo un nuevo intento de construir poéticamente la vida, el poeta Ignacio Balcells -autor de la Carta- moría en Santiago.





La Fábula.

Todo comenzó hace ya muchos años, cuando un amigo de nuestra Escuela –al que llamaremos Juan- le hizo una invitación a un Taller de Diseño de Objetos. La invitación consistía en ir hasta un lejano país. Un país que nace justamente desde esta ciudad hacia el sur. Un país que llamamos Trapananda. Íbamos a abrir un terreno que otra universidad tenía en los alrededores de Puerto Raúl Marín Balmaceda. Nuestro amigo Juan llegaría hasta el lugar algunas semanas antes que nosotros y despejaría un claro en la selva para que pudiésemos instalarnos.
Navegamos desde Quellón con la Armada, a bordo de un barco que ya no existe: la Cirujano Videla. Era el barco que hacía la ronda médica en las lejanías apartadas que habitan los colonos. Arribamos al mediodía de un domingo soleado y esplendente. Desembarcamos en zodiac hasta donde creíamos que era el lugar. Cuando ya teníamos todo en la playa apareció Juan… no era esa la playa. Finalmente llegamos al lugar correcto. El claro despejado en la selva era una especie de ladera muy empinada. Nuestro profesor nos pidió hacer un muro de contención en la base de la ladera y rellenar hasta nivelar. Faena larga que concluímos ya de noche y apenas calculamos que cabía nuestra gran carpa aula (para unas 50 personas) rodeada de nuestras carpas individuales. Al amanecer comenzó a llover torrencialmente, y ya no se detuvo nunca más. Hicimos el campamento. La obra proyectada era una estación base consistente en una pequeña caseta levantada en palafitos sobre las rocas al borde del mar. La estación poseía un pequeño muelle flotante que se conectaba a la caseta a través de una escala-puente que pivoteba para jugar con las diferencias de la marea. Llevábamos unas planchas de zinc, algunas piezas de fierro y nuestras herramientas. Toda la madera, que era el material principal de la obra, debíamos obtenerla del bosque.
Con el pasar de los días –y de las aguas- el terreno despejado se convirtió en un lodazal profundo. El suelo de nuestra carpa aula era un río, la mitad barro, la otra mitad piedras. Las carpas individuales comenzaron a sucumbir una a una, lenta pero decididamente.
El primer domingo, justo después de una semana desde nuestro arribo, salió el sol,y el campamento se desplegó en un enorme manto de cientos de ropas mojadas. Uno de nuestros compañeros usó todo su domingo –el día de descanso- en construir un camastro de palos para posar su carpa. Al día siguiente continuó el diluvio y su carpa se sumergía, esta vez para siempre, con camastro y todo, en eso que osamos llamar suelo en Aysén. Dentro de la carpa mayor cocinábamos, hacíamos nuestras comidas, descansábamos un poco de la lluvia. Dentro de esa carpa el pañol de herramientas yacía bajo una posa de agua turbia, cuando alguien pedía una herramienta el pañolero sumergía la mano y, nadie sabe cómo, sacaba lo solicitado. Nuestra despensa también quedó sumergida… recuerdo especialmente, no se por qué, los repollos.
Entonces nos convertimos en náufragos. Un compañero, cada noche después de la cena, sacaba una foto tamaño carnet, la apoyaba en el tacho del café y mirándola con un dejo de abandono, escribía con plumilla y tinta largas y melancólicas cartas de amor. Una tarde cualquiera, en medio de las faenas, un compañero comenzó a gritar deseperado:
-¡Me quiero iiiir… sáquenme de aquiiiiiiiií… nooooooooo…!
Lo calmamos como mejor pudimos. Se quedó el resto de la tarde sentado sobre una roca y bajo la lluvia, mirando fijamente a la nada.
La marea baja dejaba una pequeña playa de piedras. En las noches hacíamos un fuego y nos sentábamos a conversar y a fumar, pero pronto la marea nos iba quitando la playa, para terminar las veladas de pie, con el mar en la frente y la selva impenetrable en la espalda.
Nuestra única comunicación con el mundo era un kayak de lona plástica para dos personas. Una noche se lo llevó la marea. Por no se sabe qué clase de fe extraña, algunos compañeros salieron a buscarlo bordeando la costa… De pronto los vimos entrar remando por la pequeña ensenada.
El último día de faenas salimos en un grupo a buscar algunas maderas faltantes. Un bote nos repartió por la costa. Sólo recuerdo estar sentado sobre un árbol, bajo los ramajes siempre mojados, y oir el llamado del bote cuando vino a recogernos. No se cuántas horas pasaron, pero no saqué ni un solo árbol. Al resto del equipo le sucedió exactamente lo mismo.
Al día siguiente era domingo y era el banquete final. Día de sol magnífico. Llegaron gentes desde toda la comarca; colonos, carabineros, la tripulación de la Cirujano Videla. Nosotros ya no teníamos nada, pero almorzamos una vaca entera al palo, bebimos buen vino. Y entregamos la obra. Dejamos allá a uno de los nuestros; quedó solo terminando detalles.
De regreso en Viña montamos la exposición de final de semestre. En la lámina de un compañero, de un alumno, había una observación radical. Decía que habíamos cometido un error fundamental: pretendimos acampar y vivir en la selva, asolamos, aplanamos y allanamos la tierra para intentar instalarnos; y la Trapananda había cobrado su precio. Lo lógico, decía él, era haber construido una gran balsa o plataforma flotante para habitar sobre el mar. Esa indicación se convirtió en mandato de destino; ese día comenzamos a ver el mar de Aysén con nuevos ojos, ese día oimos el canto poético de Balcells con oídos otros, ese día comprendimos que la aventura recién estaba naciendo.

La moraleja de la fábula tiene dos partes. Una parte está posada justo aquí enfrente y se llama Embarcación Amereida. La otra parte es la épica de la fundación de un mar nuevo, y está contenida en este libro.

Gracias.


Fotos: una mia y la otra de la Biblioteca del Congreso


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